"Casi todas las personas son tan felices como se deciden a serlo".
Hace años, pensaba que la felicidad era como un don que tenías o no porque te lo daba la vida. Más o menos como el cantar bien, o saber poner la lengua en "u". Yo no tengo ninguno de estos dones, por eso quizás pensaba también que no había tenido suerte en el reparto y que por eso la vida me trataba tan mal.
A lo largo de mis 28 años he tenido épocas muy malas, he vivido cosas que no todos han vivido a mi edad y las he pasado canutas. También me he dado cuenta de que la vida son rachas, bonitas y feas, que se intercalan. Y normalmente a todas se sobrevive...
Mirándolo todo globalmente, no me quejo. He tenido más felicidad que pesares, el cómputo total es más que positivo, y ahora que ha pasado todo y sé que puedo con ello quizás volvería a vivir lo mismo y no me sería tan traumático. Pero siempre he sido de quejarme... y me gustó mucho hacerme la víctima durante años.
Lo que sí que tengo claro es que no elegimos las cartas que nos tocan, pero sí como jugarlas. Nuestra felicidad es completamente responsabilidad nuestra: es evidente que es más fácil ser feliz de crucero vacacional con tu pareja que en un hospital con una enfermedad, pero también puedes ser más infeliz en el primer caso que en el segundo si te lo propones.
El problema muchas veces es ese, que somos nosotros mismos los que nos bloqueamos y alejamos la felicidad de nosotros, y no nos damos ni cuenta... Y es que, la felicidad es una actitud... y, cuando por fin asumamos eso, seguro que seremos mucho más felices.
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