miércoles, 26 de agosto de 2015

Historia de un hogar: Deshubicada

La de hoy es una de las partes menos positivas de esta época de cambios que estoy viviendo. De más es sabido que yo no llevo muy bien que se diga los cambios en general, no iba a ser esta la excepción...

lunes, 24 de agosto de 2015

Motivo 45: C'est fini

Y que me hubieran dicho a mí hace 10 años que Fuengirola se me iba a hacer corto, que no iba a tener ganas de volver a mi casa, o que volvería con carita de cordero degollado... que alguna vez en mi vida el final del verano me iba a poner triste en vez de hacerme bailar la conga... que no me lo hubiera creído, vaya. 

domingo, 9 de agosto de 2015

Domingos motivadores (27)

Decía mi abuela que cuando una mujer se sintiera triste lo mejor que podía hacer era trenzarse el cabello; de esta manera el dolor quedaría atrapado entre los cabellos y no podría llegar hasta el resto del cuerpo; había que tener cuidado de que la tristeza no se metiera en los ojos pues los haría llover, tampoco era bueno dejarla entrar en nuestros labios pues los obligaría a decir cosas que no eran ciertas, que no se meta entre tus manos- me decía- porque puedes tostar de más el café o dejar cruda la masa; y es que a la tristeza le gusta el sabor amargo.

Cuando te sientas triste niña, trénzate el cabello; atrapa el dolor en la madeja y déjalo escapar cuando el viento del norte pegue con fuerza. Nuestro cabello es una red capaz de atraparlo todo, es fuerte como las raíces del ahuehuete y suave como la espuma del atole. 

Que no te agarre desprevenida la melancolía mi niña, aun si tienes el corazón roto o los huesos fríos por alguna ausencia. No la dejes meterse en ti con tu cabello suelto, porque fluirá en cascada por los canales que la luna ha trazado entre tu cuerpo. Trenza tu tristeza, decía, siempre trenza tu tristeza… 

Y mañana que despiertes con el canto del gorrión la encontrarás pálida y desvanecida entre el telar de tu cabello. Trenza tu tristeza, decía, siempre trenza tu tristeza… 

Autora: Paola Klug 

Y eso voy a hacer yo este domingo... trenzar mi tristeza. Qué remedio, no?