lunes, 18 de mayo de 2015

Granito: Silencios que duelen

No soy de hablar las cosas. Las razones son diversas, pero el resultado es el mismo: prefiero quedarme con las cosas para mí y mi amplio mundo interior.


La razón principal ya la sabéis: no me gustan las confrontaciones. Es algo que me estoy trabajando, porque esto llevado al exceso tiene un mal fin... salvo que desarrolles unas tragaderas como una catedral y, a día de hoy, esto sí que no entra en mis planes. Y tampoco puedo acumular los nervios y somatizarlos, porque tengo úlcera de estómago y ya la martirizo demasiado con el café ocasional. 

También ocurre que tengo un pronto muy malo. En su momento todo me parece un mundo, me entristece o me cabrea muchísimo pero sé que al día siguiente me daré cuenta de que no es para tanto... quizás porque no lo es realmente, quizás porque me pesa más la primera razón que os he comentado. 

El caso es que "los problemones" suelen desaparecer en un par de días... salvo casos extraños. Pero esta semana han surgido algunas de estas excepciones que confirman la regla.

Yo, que soy de buscar explicaciones a todo, lo achaco al estrés que llevo en lo alto (motivo por el que llevo días sin dar señales por aquí... ya es que me da vergüenza hasta pedir disculpas!), a lo cansada que estoy, al calor que me tiene estragada, a las migrañas (consecuencia de todo lo anterior) y a este tiempo que pone a todo el mundo alegre pero a mí me quita las ganas de vivir...

Es por esto que justifico y paso página, pienso que ya pasará... que todo se soluciona en esta vida, que hay cosas que solas se ponen en su sitio (como mi cabeza, que después de dar muchas vueltas se pone en su lugar cuando se cansa) y que no debo pre-ocuparme. 

Pero hoy que es lunes, he empezado a pensar si quizás no debería de ocuparme de todo esto... Así, he empezado mi terapia de tres pasos fundamentales:

Primero: descansar. 
Esto no lo he hecho antes porque no he tenido tiempo material... pero hoy he dormido casi 9 horas y me siento persona de nuevo, estoy hasta más alegre (y mira que de calor seguimos más o menos igual, eh?)

Segundo: ordenar.
Me cuesta mucho ordenar ideas... pero no tanto ordenar armarios y mi habitación (cualquiera lo diría, por el estado lamentable que ha tenido últimamente). Así que para hacer feliz a mi madre y para ayudarme a sentirme mejor me he puesto manos a la obra y he terminado (por fin!) de cambiar la ropa de invierno por la de verano, he limpiado un poco y mi habitación parece la de una persona medianamente cuerda, y no la cueva de los horrores.
He tirado muchas cosas, metáfora de cosas que también quiero eliminar de mi vida, y me siento mucho más segura teniendo espacio para que entre lo nuevo.

Tercero: preguntas a la comunidad.
Ahí es donde entráis vosotros...¿Sois más de hablar las cosas cuando hay algo que no os cuadra con alguien, o esperáis a que las aguas vuelvan a su cauce por propia inercia?

Quizás sea hora de cambiar la técnica en pos de una vida más tranquila...



2 comentarios :

  1. Madre mía, podría haber escrito yo esta entrada, nos sentimos igual en los últimos días, curioso, me identifico bastante con tus sensaciones, incluiída tu última pregunta. Me siento así con una compañera de trabajo y no sé si hablarlo o dejarlo pasar. Ánimo, en breve las aguas volverán a su cauce. Un abrazo.

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    1. La gente no cambia porque lo dejes estar... pero sí que cambias tu, porque dejas de verlo como algo tan importante y como que te adaptas... Espero que tu también vayas poquito a poco mejor.
      Un beso fuerte!

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