miércoles, 11 de marzo de 2015

Granito: Si no piensas/sientes como yo...

La empatía puede ser un motivo de felicidad (como en este post que escribí hace unas semanas) o un granito en el culo. Esta semana vengo guerrera, quizás por la resaca emocional de la pasada, y lo veo desde este segundo punto de vista, mucho más doloroso. Llevaba tiempo pensando en esto, porque es algo que sufro muy a menudo en mi vida, pero hace un rato he leído este post, y ya no he podido resistirme.

No sé porqué puñetas nos cuesta tanto intentar pensar, sentir y ponernos en el lugar del otro. Y lo fácil que nos resulta juzgar, y opinar sobre lo mejor que haríamos las cosas si fuéramos la otra persona. 


En el ejemplo que os pongo, no sé qué le lleva a pensar a un lector (o lectora, en este caso) que lo que lee es mentira. Evidentemente, yo puedo ser Andrés, de 35 años, y estar aquí contando una vida que me invento... no estaría haciendo daño a nadie, aunque tuviera quizás algún tipo de trastorno o mucho tiempo libre o trabajara para un periódico haciendo algún tipo de experimento social... aún así, si tú, que me lees, no te crees que mi historia sea cierta, o no te gusta lo que cuento y como lo cuento, deja de seguirme, y a otra cosa mariposa... de blogs está el mundo lleno!!

Sin embargo, no podemos irnos sin más... hemos de dejar una "opinión" que nadie nos ha pedido, de forma dañina, sentando cátedra sobre algo que pensamos pero de lo que no tenemos ninguna prueba. Flipo. Yo leo a esta chica porque me gusta como escribe, porque saca lo positivo de algo muy duro y, aunque no tengo nada en común con ella ni sé si lo tendré algún día porque no estoy inmersa actualmente en el proceso de tener hijos, puedo entender que ella elija salir a flote y reirse un poco de todo para sobrevivir. Yo lo afrontaría así? Probablemente no, ojalá, pero yo me ahogo en un vaso de agua... imagino que ante una cosa así me hundiría completamente. O igual sorprendía, a todos y a mí misma, quién sabe. 

Cuando murió mi padre, yo estaba en el tanatorio como Pedro por su casa, parecía que eso no iba conmigo... lloré poco y reí mucho. Quizás de los nervios, de lo repentino, de lo absurdo de verme allí con mi hermana huérfanas las dos y eligiendo una corona de flores con menos de 20 años ambas... Aunque parezca mentira, hubo quien se atrevió a decir muchas barbaridades sobre lo que yo sentía y lo que no, sin conocerme, sólo juzgando lo que veía desde fuera.

Quizás eso ha sido lo más gordo en cuanto a falta de empatía se refiere... he de reconocer que no todo aquel que opinó me quería, lo cual lo hace un poco menos indoloro. Pero este episodio de mi vida daría para 27 post deprimentes... y hoy no es el día. En el caso del post que os comento, también es alguien que no te conoce de nada, con lo cual es más fácil pasar, o al menos a mí me resulta más sencillo.

El problema, mi problema, es cuando la gente que sí que te quiere, o que se supone que lo hace, y te conoce, y sabe lo importante que es su apoyo para tí... no sólo no te lo da, no te entiende ni se esfuerza por hacerlo, y ni siquiera te brinda su respeto por aquello que haces. Es algo a lo que no me acostumbro.

Sé que es tan fácil como ignorar a aquellos que te hacen daño, más o menos conscientemente: esa gente que no ve tu felicidad y se deja llevar por la envidia, esa gente que no quiere comprender tu situación personal sino que solamente te aconseja según sus propias necesidades y lo que le viene a él bien, esa gente que te envidia más que te quiere. Fácil y sencillo de decir, aunque a mí, que estoy en el camino de conseguirlo, me está costando una barbaridad.

Como dice una gran frase... recuerda que si juzgas a un libro por su portada, te puedes perder una gran historia. Un  poquito más de empatía, y un poquito menos de egoísmo, y haremos del mundo un lugar mejor. 




4 comentarios :

  1. Pues así es Ali. Hay millones de blogs. No hay necesidad de herir ni atacar ni ofender. En cualquier caso, puede haber opiniones contrarias, siempre que haya respeto será estupendo y enriquecedor, pero como bien dices, caemos en el horror de juzgar y en el horror de condenar.

    En cuanto a qué hacer cuando nos hacen daño, está muy clara la teoría pero no nos engañemos, tenemos corazón, sentimientos y lágrimas. Encajar los golpes nos va modelando, seremos una bella escultura, pero en ese ir haciéndonos, sufrimos. Negarlo es tontería. Eso sí, hay que luchar y mirar siempre hacia adelante. Y si nos caemos nos levantamos. Y si lloramos, nos limpiamos los mocos. Y hay que aprender a dar nuestro cariño sólo a quien realmente se lo merece.

    Besos, muchos

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    1. Lo último que comentas es lo que más me cuesta a mí: aprender a diferenciar quién te merece y quién no, y actuar en consecuencia.
      Gracias por tu comentario, un besito!

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  2. Estimada Ali EB, te entiendo perfectamente, cuando la falta de empatía y ese egoísmo proviene de personas que queremos es difícil de digerir. Se supone en teorías psicológicas que nadie debe tener poder sobre nadie, pero como te dice Luisa, somos humanos, y las cosas nos afectan. Supongo que es un camino de aprendizaje, de ir soltando lastre, de que las cosas nos afecten lo menos posible. En el caso de los blogs, modera los comentarios y te evitarás muchos sinsabores.

    Es fácil juzgar, muy fácil, y muy difícil ayudar. La gente es egoísta, es algo que no soporto de la sociedad actual. Eres muy joven, pero te aseguro que hace 30 años la sociedad española no era así, la gente se echaba una mano, los vecinos se conocían; era otro rollo.
    El proverbio sioux que debería aplicarse todo el mundo, si hubiera un verdadero cambio de conciencia y de valores, sería: “Antes de juzgar a una persona, camina tres lunas con sus mocasines.".
    No desfallezcas, siempre hay gente buena entre la "morralla". Quédate con lo bueno y desecha lo demás.
    Ánimo y besitos, buen martes.

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    1. Me encanta ese proverbio, desde luego que si todos lo aplicáramos cambiarían mucho las cosas!
      También hay gente buena que ayuda en la actualidad, pero nos cuesta menos criticar sin saber que intentar entender al otro, no sé porqué.
      Un besote gordo!

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